La muerte de Robert McNamara y el arte de decidir


Fuente: Revista Time

Fecha: Julio de 2009

El 1º de julio murió a los 93 años Robert McNamara. Esta figura central de las décadas de 1960 y 1970 había cumplido a lo largo de su vida importantísimas funciones, tanto en la esfera pública como en la privada. Pero, sin dudas, su rol trascendental tuvo que ver con la Guerra de Vietnam.

Ex secretario de Defensa de los presidentes demócratas John F. Kennedy y Lyndon Johnson (1961-1968), fue el funcionario que más tiempo ocupó esa cartera en la historia de los Estados Unidos. Sobre el final de su vida, este “antiguo guerrero” fue encarnando el rol del analista moderado que predicaba en contra de las armas nucleares, el manejo unilateral de la política exterior y las guerras preventivas. Así es que en 2003 se opuso a la guerra contra Irak e incluso hizo conocer su punto de vista al entonces presidente George W. Bush.

En este contexto, resulta interesante reflejar el testimonio de Leslie Gelb –Presidente Emérito del influyente Council on Foreign Relations–, quien fuera asistente directo de McNamara en los años de Vietnam y encargado de redactar los célebres Papers del Pentágono, en relación con aquel histórico conflicto. Tan misteriosa era la personalidad de McNamara, reconoce Gelb, que “no estoy del todo seguro que Bob haya leído aquellos documentos”.

Gelb inicia su relato del siguiente modo: “Aún antes de que McNamara se alejara del Pentágono a principios de 1968, este hombre de certezas absolutas había, sin embargo, empezado a tener dudas respecto del destino de la guerra de Vietnam”; y agrega: “McNamara vivió lo suficiente para ver lo terriblemente equivocado que había estado respecto del conflicto y cuánta tragedia había ocasionado tanto en Vietnam como en los Estados Unidos (…) Hoy, que su vida y su sombra todavía nos atormentan, nuestros líderes –paradojalmente– se dedican a librar modernas versiones de Vietnam en Afganistán y en otros sitios del planeta”.

Con un Phd de la Universidad de Harvard, y a sólo cinco semanas de haber alcanzado la presidencia de la automotriz Ford, McNamara se encontraba en el cénit de su carrera en el sector privado, cuando el presidente John F. Kennedy le ofrecía hacerse cargo del Departamento del Tesoro o del Pentágono. McNamara eligió ser Secretario de Defensa. Al respecto, afirma Gelb: “Yo sospecho que cualquier presidente hubiera hecho lo mismo que Kennedy al sacar a McNamara de la Ford para hacerlo Secretario de Defensa. Con sólo cuarenta años, Bob era un ícono. Se trataba del más encumbrado directivo de la compañía, un hombre que podía usar alternativamente datos de la realidad, números y análisis de escenarios para enfrentar cualquier problema (…) incluso librar guerras en lugares sobre los que nunca había escuchado nada”.

Agrega el Presidente Emérito del CFR y ex editorialista Jefe del New York Times: “Pero dejemos por un momento de lado que fue McNamara quien planificó la Guerra de Vietnam (…) Esta guerra, en realidad, fue básicamente el resultado de cómo los líderes estadounidenses percibían la amenaza comunista y pensaban la política exterior luego de 1945. En el momento en que McNamara llega a Washington en 1961, la Guerra Fría estaba en plena ebullición y junto a ella la denominada `teoría del dominó´. Esta teoría, cuyo origen data de los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, sostenía que era una locura permitir a un enemigo arrebatar pequeños países que estuvieran bajo el influjo de Washington (…) A los agresores había que detenerlos en el lugar que fuera con tal de que no continuasen desafiando a los Estados Unidos. A principios de los ´60, el lugar era Vietnam”.

Resulta estremecedora la confesión de Leslie Gelb: “McNamara no sabía nada sobre Vietnam, ni tampoco quienes trabajábamos para él. Lo cierto es que, por entonces, nosotros entendíamos que no era necesario conocer especialmente la cultura y la historia vietnamitas. Todo lo que necesitábamos era aplicar nuestra superioridad militar y nuestros recursos de manera efectiva. Queríamos recoger la información correcta, analizarla adecuadamente y aplicarla para ganar la guerra. A eso se dedicó McNamara hasta mediados de 1965”.

Sin embargo, “desde mediados de 1965, McNamara comenzó a preguntarse - posiblemente a causa de que sus pesadillas aumentaban con las víctimas estadounidenses en el conflicto- si la guerra podía en efecto ser ganada (…) Fue allí cuando comprendió que mientras estuviésemos en Vietnam con la voluntad de luchar y morir, seguramente no perderíamos la contienda (…) Pero tampoco podríamos ganarla, dado que estábamos en un punto muerto de imprevisibles consecuencias”.

“McNamara no tenía respuestas para todas estas dudas. No estaba preparado para explicar por qué los Estados Unidos debían retirarse de la guerra. El país estaba sangrando y los debates se multiplicaban; sin embargo, en aquel momento, el Pentágono era el mayor de los búnkers y nosotros sabíamos qué era lo que pasaba en Vietnam, pero estábamos completamente aislados de la realidad interna de los Estados Unidos”.

Leslie Gelb concluye así su columna en la Revista Time: “Estaría fuera de los parámetros normales que un hombre responsable de librar una guerra pudiese repensar críticamente la necesidad de aquella decisión (…) Ahora que contemplo la partida de una vida tan central para la mía y para la de mi país como fue la de Bob McNamara, una lección se adueña de mi mente: guerras semejantes a la de Vietnam -ya sean nacionalistas, civiles, tribales o religiosas-, nunca podrán ser ganadas por los Estados Unidos. Mientras permanezcamos allí con la voluntad de pelear y de morir, seguramente no perderemos esas contiendas (…). Pero al fin y al cabo, tampoco podremos ganarlas, a menos que reconozcamos que no se trata de nuestras propias guerras”.

Clave del artículo: Leslie Gelb, Presidente Emérito del Council on Foreign Relations y ex asesor de Robert McNamara durante la guerra de Vietnam, analiza en la Revista Time el legado de este hombre clave de los años de la Guerra Fría. Recuerda la enorme capacidad intelectual del ex secretario de Defensa de John F. Kennedy y Lyndon Johnson, pero también repasa sus dilemas y equivocaciones. El artículo no está exento de referencias críticas al actual involucramiento bélico de Estados Unidos en Irak y Afganistán.

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