Los efectos no deseados de Internet

Fuente: El País
Autor: Pablo Francescutti
Fecha: 13/06/09

Las subastas virtuales han hecho aflorar el tráfico clandestino de bienes arqueológicos y, sobre todo, alimentar una floreciente industria de la falsificación. Por ejemplo, muchas piezas del saqueado Museo de Bagdad acabaron en la Red. Siempre hubo ladrones de tesoros, pero nunca hasta ahora habían dispuesto de una plataforma global en la que vender su botín con casi total impunidad. Las cosas han cambiado con la aparición de eBay, el sitio de subastas de Internet. Este sistema de intermediación automática atrae a multitudes de interesados en piezas arqueológicas, con el efecto de democratizar un mercado restringido a los coleccionistas ricos.
Si uno echa un vistazo en http://www.ebay.com/ podrá ver desde utensilios de sílex del hombre de Neandertal (tres piezas, 30 euros), una máscara de momia egipcia (600 euros), un collar vikingo (65 dólares), una punta de flecha griega del siglo XIII antes de Cristo (33 dólares) o un cuchillo ceremonial azteca de obsidiana (46 dólares), junto con sus respectivas fotografías.
Fundada en 1995 en California, eBay cuenta actualmente con 86 millones de usuarios en todo el mundo. De acuerdo con sus propias cifras, en sus múltiples filiales cada día se ofertan más de ocho millones de artículos, por un monto que representa el 14% de las ventas globales del comercio electrónico. Como pocas empresas, eBay ha materializado las promesas del e-commerce al establecer un punto de encuentro online para compradores y vendedores deseosos de librarse de intermediarios innecesarios, y obtener por esta vía una sustancial reducción de los costos fijos de las transacciones (en este caso, de los elevados precios del mercado de antigüedades).
La expansión galopante de los remates en la Red ha dado mucho que hablar a los teóricos de la economía virtual y a los gurús de las nuevas tecnologías; pero a los arqueólogos y custodios del patrimonio cultural ha conseguido provocarles escalofríos de sólo pensar en la ampliación del tráfico ilegal que podía traer consigo.
El boom de eBay ha provocado un fenómeno imprevisto: una explosión en el trasiego de falsificaciones. Lo afirma Charles Stanish, una eminencia en arqueología andina, en un artículo en la revista estadounidense Archaeology, con el irónico subtítulo de 'Cómo aprendí a no preocuparme y a querer a eBay'. Desde los años noventa, Stanish viene siguiendo las subastas virtuales y ha notado que "en los primeros años de eBay, la proporción entre piezas andinas verdaderas y falsas era 50%-50%. En los últimos años, en cambio, las falsas representan el 95% de lo expuesto". Por lo que se puede apreciar en las imágenes de la pantalla del ordenador, un 30% de las "antigüedades" actualmente en venta en el gigante de las subastas son falsificaciones, asegura Stanish, y un 5% serían tesoros genuinos. El resto debería someterse a un estudio minucioso para salir de dudas, agrega.
Desde eBay insisten en su rectitud: "Tenemos una política contra la venta ilegal de antigüedades en nuestro sitio. No la queremos aquí", afirma Hani Durzy, portavoz de eBay en California. Durzy se defiende de las acusaciones aludiendo a sus dificultades para atajar este tipo de comercio, toda vez que "nosotros no entramos en posesión de los artículos y, por tanto, no podemos probar, cuestionar o confirmar su origen".
Estas declaraciones de buenas intenciones no le bastaron al jefe del Tesoro del Museo Británico, Roger Bland, quien exigió la retirada de las subastas de todos los objetos que las autoridades consideren posibles bienes del patrimonio nacional. En las negociaciones entabladas, eBay (Reino Unido) prometió quitar las antigüedades sospechosas, siempre y cuando las autoridades probasen que violan la legalidad.

Clave del artículo: Las subastas por Internet convulsionaron el mundo de la arqueologia: al mismo tiempo que democratizan ese mercado, hacen aflorar el tráfico clandestinos de bienes arqueológicos.

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